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Finlandia

op. 26

“¿Qué es tan atractivo de este poema sinfónico? Seguramente es su estilo de aire puro. En realidad, está basado enteramente en temas ‘venidos de allá arriba’. Pura inspiración.”
Diario de Jean Sibelius, 1911.

Finlandia no fue compuesto para describir los pasajes de una guerra en particular. Sibelius quería retratar, de una manera más general, el despertar de la Nación finlandesa, portadora de un tenaz espíritu de lucha. De hecho, el compositor no creía que había algo especial en este poema sinfónico hasta que le entregó la partitura al copista Ernst Röllig, y fue recién entonces cuando se pensó que la obra albergaba algo extraordinario. Sobrepasando su importancia artística y musical, Finlandia influyó considerablemente en el levantamiento y unión del pueblo finlandés frente a una fuerza extranjera opresora, primero Suecia y luego Rusia.

Al principio de la obra, el motivo amenazante de los metales establece aquella presencia foránea, lista a sentar el orden y control. Ante ella se eleva una voz con un matiz de santidad representada por las maderas y seguidamente una más “humana” a cargo de las cuerdas. Cualquiera que sea el mensaje de estas voces, parece que toda lucha está perdida, pero es cuando el espíritu tenaz de la nación se enciende y la fanfarria de los metales incita a la lucha y al sentimiento de confianza en la victoria final.

Luego se da paso a un hermoso himno, primero a cargo de las maderas y después se aúnan las cuerdas. Este pasaje fue sugerido años más adelante por Leopold Stokowski como un himno para todo el mundo. Finalmente, la fanfarria de los metales vuelve a aparecer victoriosa, para cerrar todo este episodio con un inequívoco sentimiento de triunfo.

Conviene mencionar que no se trata del Himno oficial de Finlandia (aunque en dicho país ha habido iniciativas posteriores, sin éxito, para hacer de esta obra el Himno oficial). Años después de su estreno, se realizaron muchos intentos para dotarlo de letra, haciéndose conocidas hoy versiones muy emotivas para coro masculino y orquesta o coro mixto y orquesta. La versión más aceptada le debe la letra al poeta finlandés Veikko Antero Koskenniemi; en 1940 esta versión obtuvo la venia del mismo Sibelius aunque al compositor, en general, no le agradaba mucho la idea: “no está hecho para ser cantado, pero si el mundo lo quiere cantar, ¿qué le vamos a hacer?”

David Claudio © kohoBeat 2009.